Cadaver Exquisito

Ejercicios de Escritura Automática

LAS MOSCAS VOLABAN AJENAS
La duda de quedarse o irse, la imposibilidad de resolverlo
Así se derritieron al sol de verano
El cartel del hotel decía no hay lugar
El televisor, apagado o prendido, testigo de todo
Absurda lógica del encastre
Dios existe pero por allí no había pasado todavía
Los Parchís le parecían geniales y, al mismo tiempo, idiotas
Y pidió que se repita en cada primavera

Casielles/González/Prenz

 
ESA NARIZ BUKOWSKI, TAN POCEADA, LLENA DE MERCA

Nunca esa palabra se escribía
Cada niño en su lugar y cada cosa en su cesta
El peinado le afinaba el cuello, tentador
Ese número nunca se contaba
Y sabían acerca de las luces de los cuartos de hoteles
Ella hablaba de cualquier cosa  y él se dormía
Su reflejo mostraba a otro que era él mismo
Era como un personaje de los teletubbies
Era un ping pong ácido y violento, sin sentido
Reconocerse no era parte del juego

Casielles/González/Prenz

 
NO PODIA PENSAR EN OTRA COSA, AUNQUE QUISIESE

Sabía acerca de todos los animales del mundo y los monstruos sagrados
Durmiendo envuelto en la hamaca paraguaya, como una oruga
Convertía las hadas en mujeres primates
Los herrajes de la puerta principal encerraban un mensaje
Y los lápices dibujaban animales sin sombras
El juego de miradas, impuesto por él, rechazado por ella
Le producía desagrado, aunque el lugar fuera el paraíso

Casielles/Prenz

 
PARANOIA, ESQUIZOFRENIA, NEUROSIS

El vestido le marcaba el culo, tanto que excitaba a todos los lobos
Una mesa de galanes, impotentes, temerosos, aburridos
Valium, Rivotril, Clonazepan
Los dientes eran de color café y cigarrillo viejo
Un bla-bla-bla provocador, sensual
Todos los ojos mirando hacia mí
Y leyó: “un elefante ocupa mucho espacio” mientras ella se dormía
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! Y la pared no caía

Casielles/González/Prenz

 
NUNCA NADIE NADA

A las retobadas hay que amansarlas, decían ellos como si hablaran de yeguas
Como ballenas repletas de niños salvajes
Las hormigas subían por las paredes hasta el techo agujereado
Se dejaron estar y supuestamente nadie sabía del monstruo
Nadie podía creer que ella hubiera sido capaz de tal juego
Las niñas agarradas de sus madres no sabían lo que era volar
Gritó “¡correte!” y se depertó, sobresaltado
La rayuela era su juego preferido, aunque nunca llegaba al cielo
Quería pintar una flor, pero no podía; lo hermoso para todos a él lo asqueaba
Y la cabeza rodaba cuando jugaban a la mancha

Casielles/Prenz